Chistes de Acostumbrada

Estos son los 25 chistes de acostumbrada y más graciosos bromas sobre acostumbrada que matan de risa. Lea chistes acerca acostumbrada que sean buenos chistes para niños y amigos en español.

Tabla de contenidos


Los Mejores Chistes de Acostumbrada

Estos son nuestros mejores frases chistosas de acostumbrada. Diviértete con un buen bromas de acostumbrada en español con sencillo humor de acostumbrada y fotos para reir.

  1. ¿Por qué a Javier Milei le gusta tanto el fútbol? Porque está acostumbrado a dar pases sin sentido económico.
  2. Cuando Dios creó a la mujer, le quitó una costilla a Adán para que se fuera acostumbrando al desembolse diario.
  3. Dos campesinos compran 50 cerdos y uno le dice al otro:
    ¿Dónde los metemos?
    En la casa.

    ¿Y el olor?
    Bueno, ellos ya se acostumbraran.
  4. Dos aldeanos acaban de comprar 50 cerdos.
    - ¿Oye y dónde los metemos?
    - En nuestra casa, con nosotros
    - ¿Y el olor?
    - Bueno, ¡Qué se jodan, ya se acostumbrarán!
  5. En invierno, un hombre le dice a su esposa:
    - Tienes que llevar al cerdo al interior, hace mucho frío afuera
    - Pero huele, dice la mujer a lo que responde el marido:
    - ¡Se acostumbrará!



Chistes Cortos de Acostumbrada

Un chiste cortos de acostumbrada breve puede contarse en casi cualquier momento o situación, puesto que no requiere de demasiado tiempo. Anécdotas cortas acerca de acostumbrada muy bueno y tienen garantizada la risa.

  1. Los hombres son como los zapatos de tacón... una vez que te acostumbras a la medida son fáciles de pisar.
  2. - Mi amor, compré un cerdo, ¿dónde lo metemos?
    - ¡En casa!
    - ¿Y el olor?
    - Bueno, ¡¡ya se acostumbrará!!

Chistes de acostumbrada muy buenos y graciosos

Los chistes de acostumbrada para niños y para amigas muy buenos y graciosos siempre son un éxito en las fiestas. La risa está garantizada cuando se comparten estas acostumbrada bromas divertidas.

Había una ves un una pingüina embarazada que decide criar a su polluelo en áfrica y nace el polluelo en áfrica y a medida que crecía se acostumbraba mas al calor y la mamá pingüina decide volver a la antártida...
Cuando llegan, el polluelo se pone a decir: pu, pu, pu, pu, y la mamá le dice no pingüino i**... se dice pi, pi, pi, pi y el polluelo contesta: pu, pu, p**... que que frío hace aquí!!

Un señor de muy buena presencia se dirige a un bar y se pide un whisky.

El "bartender" se lo sirve, y el señor se lo toma de un solo trago y comienza a realizar una rutina de boxeo (1,2,3,4 1,2,3,4...). Termina de aparentemente ejercitarse y se pide otro whisky, pero esta vez doble. El "bartender" se lo sirve, y el señor nuevamente se lo toma de un trago y comienza a hacer la serie de boxeo (1,2,3,4,1,2,3,4...), el bartender se queda mirándolo y haciéndose el cómico le pregunta: ¿Oiga señor, por qué es que después de cada whisky hace como que esta peleando con el aire?. ¡Es que se va armar una pelea que ni se imagina! noooo, señor este es un bar de prestigio, ¿Cómo se va a armar una pelea? Créame lo que le digo, estoy a acostumbrado a esto! ¿Qué usted adivina el futuro? nooo, es que siempre que tomo vengo sin plata!

Un psicologo hace una entrevista de admisión para un empleo.

Entra el primer candidato:
- Cuente hasta diez, por favor - pide el psicologo...
- Diez, nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres, dos, uno.
- ¿Que forma es esta de contar?
- ¡Ah, perdone! es que estoy acostumbrado a contar así por mi anterior trabajo. Trabajaba en la NASA.
Entra otro candidato:
- Cuente hasta diez.
- Uno, tres, cinco, siete, nueve, diez, ocho, seis, cuatro, dos.
- Pero... ¿y por qué cuenta así?
- Lo siento, es que antes era cartero, y la fuerza de la costumbre... primero los impares de una calle y luego los pares.
El psicólogo, casi al borde de un ataque de nervios, manda pasar al tercer candidato.
- Perdone... ¿cuál era su anterior empleo?
- Estudiante universitario.
- ¡Ah! bueno, ¿pues será usted capaz de contar hasta diez?
- Sí, hombre! Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, sota, caballo y rey.

El Chupagasolina.
Un señor siempre acostumbraba a quedarse sin gasolina, y tenía la costumbre de estacionarse atrás de un coche y succionar con una manguera la gasolina del coche.
En una ocasión ya muy entrada la noche, en la carretera, el chupagasolina se volvió a quedar varado. A unos cuantos metros se encontró una casa rodante y como es costumbre sacó su manguera y se puso a succionarla, pero tuvo problemas al hacerlo, después de media hora de intentarlo se le acercó el dueño de la casa rodante y le preguntó:
¿Qué está haciendo?
El chupagasolina contestó:
Lo que pasa es que necesito gasolina.
El señor respondió:
Está bien, tome toda la que quiera.
Al momento en que volvía a succionar en la manguera, el señor asustado exclamó:
¡Nooooooooo, esa es la cisterna de mi baño!

Un tipo acostumbraba ir siempre en su caballo a una cantina.

Llega un día y deja su caballo en la entrada del bar, ingresa al bar se toma unas cuantas copas y sale a ver cómo estaba su animal. Al salir ve que está pintado completamente de verde, entonces entra de nuevo al bar y dice:
¿Quién fue el mafioso que se atrevió a pintar mi caballo de verde?
En ese momento se para un tipo que medía como dos metros y dice:
¡Fui yo! ¿Por qué?
No, no, es que ya se secó, por si le quiere pasar otra manita.

La Propina

Un tipo pide una pizza para que se la lleven a casa y cuando la recibe le pregunta al repartidor:
-¿Cuál es la propina acostumbrada?
-Pues… suele ser de 1 euro, pero mi jefe dice que si logro que el cliente suelte 10 céntimos, ya sería un milagro.
-Ah sí? –dice enfadado el cliente- Pues toma 5 euros!!!!
-Gracias señor! Lo ahorraré para mis estudios.
-¡Muy bien chico, eso esá muy bien!Y se puede saber, ¿Qué estudias?
-Psicología aplicada, señor

Dos abuelitos van al médico. Le dice el abuelo al doctor:
–Mire, venimos porque tenemos un problema de memoria, cada año que pasa nos volvemos más olvidadizos.
El doctor responde:
–Bueno, a su edad eso es normal. El mejor remedio para eso es acostumbrarse a apuntarlo todo. Deben tener siempre una libreta a mano para anotar cualquier cosa que no quieran olvidar.
Esa noche, en casa, están viendo la TV y el abuelo se levanta.
–¿Adónde vas? –dice ella.
–Voy a la cocina.
–Pues ya que vas, ¿me traes una bola de helado? ¡Pero apúntalo, que no se te olvide!
–Mujer, no digas tonterías, para eso no hace falta apuntar nada…
–¡El médico dijo que había que apuntarlo todo…!
–¡Tonterías, te digo que no voy a apuntar esa chuminada!
–Bueno… por cierto, a la bola de helado échale unas cuantas fresas por encima… ¡Y apúntalo, viejo, apúntalo!
–¡Que no lo apunto, mujer, si voy a estar aquí en un momento!
–¡…Y nueces! Échale nueces por encima también… ¡Pero haz el favor de apuntarlo, que te conozco!!
–¡Qué pesada, déjame ya en paz con lo de apuntarlo!
El viejo se va a la cocina refunfuñando, y vuelve al rato con dos huevos fritos en un plato:
–¡Ahí tienes!
La abuela se queda mirando el plato, y grita:
–¿Ves, viejo? ¡Se te han olvidado las tostadas!!!

Un tipo recibe una pizza en su casa, y le pregunta al repartidor:
-¿Cuál es la propina acostumbrada?
-Pues… suele ser de 1 dólar, pero mi jefe dice que si logro que usted suelte 10 centavos, ya sería un milagro.
-Ah sí? –dice enfadado el cliente- Pues toma 5 dólares!
-Gracias señor! Lo ahorraré para mis estudios
-Y si se puede saber, ¿Qué estudias?
-Sicología aplicada, señor

Estaba Jaimito en la escuela, y la maestra siempre acostumbraba a preguntarles a sus alumnos en qué iban a la escuela:
Pablito, dime, ¿En qué viniste a la escuela?
Mi papá me trajo en su Ferrari, maestra.
¿Y tú, Carlitos?
Mi mamá me dejó en su Jetta, maestra.
¿Y tú, Jaimito?
En mi bicicleta, maestra.
Y todo los días era lo mismo, y cada vez que Jaimito decía que iba en su bicicleta, todos los niños se burlaban de él.
Un día llega Jaimito a la casa y le dice a su mamá:
Mamá, mamá, yo no quiero ir más a la escuela, porque cada vez que la maestra nos pregunta en qué fuimos, yo digo en mi bicicleta y todos los niños se burlan de mí.
Pero no seas tonto, Jaimito, ¿Por qué no dices que fuiste en un Mercedes?
Al otro día la maestra hace las mismas preguntas, y cuando llega el turno de Jaimito,
¿En qué viniste a la escuela?
En un Mercedes, maestra.
¿Y por qué llegaste tan tarde?
Pues, porque se me salía la cadena a cada rato, maestra.

Una pareja de ancianos entró en un restaurante una noche de invierno.


Buscaron una mesa libre entre todos los jóvenes que estaban allí cenando esa noche.
El anciano se acercó a la caja, pidió su comida y seguidamente la pagó. El anciano desenvolvió la hamburguesa y cuidadosamente la partió por la mitad.
Puso una mitad junto a su esposa, luego con mucho cuidado contó todas las papitas fritas dividiéndolas en dos montones iguales, uno para él y otro para su esposa. Igualmente, metió dos pajitas dentro del refresco y lo puso entre él y su esposa..
Cuando el anciano empezó a comer su mísera media hamburguesa, la gente de alrededor se les quedó mirando con compasión.
Un joven se les acercó y educadamente les dijo que les compraría otra ración de comida.
Él anciano, respondió, que no se molestara, que estaba bien así, que estaban acostumbrados a compartirlo todo entre ambos.
La gente de alrededor, se dio cuenta de que la anciana no había probado bocado.
Solo miraba como comía su marido y de vez en cuando, cuando era su turno, bebía un poquito del refresco.
El joven se acercó otra vez y les suplicó que por favor dejara que les invitara algo para comer.
Esta vez fue la anciana la que le explicó que no, que ellos estaban acostumbrados a compartir siempre todo juntos.
Cuando el anciano terminó de comer su parte y se limpiaba con la servilleta delicadamente, el joven que ya no podía continuar viendo esa situación, volvió por tercera vez a intentar invitarles algo de comer.
Después de que la pareja de ancianos, rechazara otra vez la invitación, el joven le preguntó a la anciana:
¿Y usted, que es lo que está esperando que no ha probado su comida?.
Y La anciana contestó:
¡LOS DIENTES, COPUCHENTO !

Apellidos

El presidente de la compañía entra a su limousina y ve que han contratado a un chofer nuevo.
- ¡Bienvenido a la compañía! -le dice, - ¿cómo se llama usted?
- Carlos, señor.
Muy serio, el ejecutivo insiste:
- Yo no acostumbro a llamar a mis empleados por el nombre de pila, sino por el apellido, ¿cuál es su nombre completo?
- Me llamo Carlos Cielo Querido.
- Bueno... vamos al aeropuerto, Carlos...

Yendo de viaje por la carretera, paré en una gasolinera para cargar combustible y aproveché para entrar al baño.
El primer retrete estaba ocupado, y pasé al siguiente. En cuanto me senté en la taza, el señor de al lado dijo:
Hola, ¿qué haces?
No acostumbro platicar con desconocidos y menos en el baño, pero mi calidad de viajero incógnito me animó a contestar:
Pues aquí, de viaje hacia el norte.
¿Y se puede saber de qué se trata? Preguntó el señor de al lado.
Sí, claro, contesté un poco forzado. No es ningún secreto, voy a Monterrey.
Supongo que andas detrás de algún buen negocio, dijo el señor con seguridad.
Sí, bueno, contesté totalmente arrepentido de haber dado pie a esta conversación, eso espero ya que las posibilidades no son malas.
¿Sabes qué?, respondió enojado el señor, luego te hablo, aquí al lado hay un i**... que responde a todo lo que te pregunto.
MORALEJA:
Limítense a hacer lo que corresponde de acuerdo al lugar en donde está:
Si va a la mesa, coma.
Si va a la cama, duerma.
Y si va al baño...¡No hable!

Un indio enamorado de la hija de un millonario va a pedir la mano, y el millonario que no quiere tal unión trata de poner evasivas y se entabla el siguiente diálogo:
- Mi hija está acostumbrada a vivir en un apartamento de mucho lujo...
- Sí, sí, indio compra!...
- Pero eso no es todo. El futuro marido de mi hija tiene que tener por lo menos una mina de cobre que produzca mucho...
- Sí, sí, indio tiene...
Y el padre, que ya no sabe cómo deshacerse le dice como último recurso acercándosele como para confiarle un secreto:
- Pero, ¿sabe lo que pasa? Yo conozco bien a mi hija. Ella es muy sensual y necesita que su futuro marido tenga por lo menos 26 centímetros de... Bueno, usted me entiende...
- Sí, sí... Indio corta...

Una pareja de esposos; Francisco y Petronila, Francisco tenía una mala costumbre, cuando asistía a una fiesta, no se retiraba sino peleaba, su hora acostumbrada era la 1.00 am. Entonces, cierto día los invitaron a una fiesta de quince años, como no había muchos hombres, Francisco estaba muy entusiasmado con las chiquillas, era solicitado por todos lados, y así la fiesta continuaba. De pronto la esposa se despierta, se fija en la hora, eran las 4.00 am. y deseperada busca a Francisco y le dice:
¡Oye Francisco, son las cuatro de la mañana que esperas, anda pelea y vamos!

Cuál es la propina acostumbrada, le pregunta un tipo al repartidor de pizzas, Pepito, estudiante universitario que hace este trabajo para ayudarse a pagar los estudios.
Pues, esta es mi primera entrega, pero el tipo que me dio el trabajo dice que si logro que usted suelte una moneda de 25 centavos, va a ser un milagro.
¿Ah, sí?, gruñe el cliente, pues, en ese caso, ¡Toma $5!
¡Gracias, señor!, exclama Pepito, pondré el dinero en el fondo para mis estudios.
Y, a propósito, ¿Qué carrera estás estudiando?
Sicología aplicada, contesta el chico.

Napoleón Bonaparte durante sus batallas siempre usaba una camisa de color rojo.


Para él era importante, porque si era herido, con su camisa roja no se notaría su sangre y sus soldados no dejarían de luchar. Toda una prueba de valor.
Doscientos años mas tarde...
Los políticos acostumbran utilizar siempre un pantalón marrón por miedo a que les pregunten sobre su honradez y probidad, sobre todo referente a sus dineros para financiar las campañas.

Niños.
Una vez una mujer iba a tener un bebé por tercera vez y su esposo estaba muy nervioso. Cuando el esposo se encuentra con un amigo éste le pregunta:
¿Por qué estás tan nervioso?
¿Por la simple razón de que tu esposa va a tener un bebé, si ella dice que ya está acostumbrada a ello?
Y le responde diciendo:
Es que la primera vez que mi esposa tuvo un bebé comió dos huevos fritos de desayuno y tuvo mellizos, la segunda vez comió un sandwich de tres pisos y tuvo trillizos, y esta vez comió una docena de pastelillos.

Un hombre toma un taxi y le dice al taxista:
Calle Castalla número 5, por favor.


El hombre durante el trayecto iba muy atareado consultando una guía turística y para hacerle una pregunta al taxista llama su atención con una palmada en el hombro:
Por favor...
El taxista sobresaltado empieza a dar volantazos para uno y otro lado de la calzada, está a punto de colisionar con un coche que venía en sentido contrario, del volantazo casi embiste a un camión por detrás, se sube a la acera y casi atropella a una mamá que iba con su niño en un carrito, y finalmente se queda empotrado contra el escaparate de un supermercado.
Pasado un rato, los dos se reponen del accidente y le dice el taxista al cliente:
No me dé estos sustos, por favor, que casi se me para el corazón.
El cliente le contesta:
Perdone, si llego a saber que se iba a asustar tanto no le hubiera tocado el hombro
Y responde el taxista:
Es que es mi primer día, ¿sabe?, y no estoy acostumbrado.
El cliente para quitarle hierro al asunto le pregunta:
¿A qué se dedicaba antes?
Y le contesta el taxista:
Era chofer de una funeraria.

Los chistes son una forma popular de entretenimiento que típicamente consta de una anécdota o historia cómica con un final sorpresivo y gracioso. Existen muchos géneros de chistes, como los chistes de niños, los chistes de adultos, entre otros. El propósito principal de los chistes es provocar risa, normalmente atravesando conceptos o situaciones comunes en la vida de una manera humorística y a menudo irónica. La habilidad de contar chistes y hacer reír a las personas es una gran forma de romper el hielo y de conectar con los demás.

chistes de acostumbrada

Contar chistes de acostumbrada es una parte importantísima de cualquier conversación o reunión social. Los chistes, llenos de humor y diversión, tienen la capacidad de liberar tensiones y crear un ambiente relajado y alegre. Pueden contarse en cualquier situación, siempre y cuando sea apropiado y no ofenda a nadie. Contar chistes puede ser especialmente efectivo para romper el hielo al inicio de un evento social, hacer reír a los demás en medio de una conversación o simplemente alegrar el día de alguien que puede necesitarlo. Sin embargo, es esencial recordar que el sentido del humor puede variar de una persona a otra, y lo que para uno puede ser gracioso, para otro puede no serlo.