Chistes de Atarme

Estos son los 2 chistes de atarme y más graciosos bromas sobre atarme que matan de risa. Lea chistes acerca atarme que sean buenos chistes para niños y amigos en español.


Chistes de atarme para niños y niñas cortos y graciosos

¿Cuál es un buen chiste sobre atarme para hacer reír a la gente? Mira esta lista de historias divertidas que seguramente harán sonreír a todos.

  1. Llega un señor a una tienda de mascotas muy preocupado y le dice el vendedor:
    ¿Qué necesita señor?
    El otro contesta:
    Quiero algo especial, algo que ni yo pueda creer.
    El vendedor le dice:
    Ya sé, y le vende un cien pies que habla.
    El señor llega a su casa y le dice al cien pies:
    Ve a la tienda, y tráeme leche y pan.
    Sí señor, contesta el cien pies y se va.
    El señor espera y espera al cien pies, pasan horas, hasta que se asoma pensando lo peor y el cien pies está sentado en el escalón y el señor muy enojado le dice:
    ¿Qué haces aquí todavía?
    Discúlpame, le dice el cien pies, pero es que todavía no termino de atarme los zapatos.
  2. La Historia de un Feo.
    Voy a contarles mi historia, no es una historia de amor ni tiene un final
    feliz, pero es la única que tengo por haber nacido así, feo, muy feo.
    Cuando nací, el doctor fue a la sala de espera y le dijo a mi padre, "hicimos lo
    que pudimos, pero salió".
    Mi mamá no sabía si quedarse conmigo o con la placenta.
    Como era prematuro me metieron en una incubadora, con vidrios polarizados.
    Mi madre nunca me dio el pecho porque decía que sólo me quería como amigo. Así que en vez de darme el pecho, me daba la espalda.
    Es por eso que debo haber quedado petiso, tan petiso que en lugar de ser enano, soy profundo. De chico iba por los cuarteles para que me gritaran:
    ¡Alto! ¡Alto!
    Yo siempre fui muy peludo. A mi madre siempre le preguntaban:
    Señora, a su hijo, ¿Lo parió o lo tejió?
    Mi padre llevaba en su cartera la foto del niño que ya venía en la cartera
    cuando la compró.
    Una vez me perdí, le pregunté al policía si creía que íbamos a encontrar a mis
    padres y me contesto:
    No lo sé, hay un montón de lugares donde se pudieron haber escondido.
    Y para colmo era muy flaco, tan flaco que un día metí los dedos en el enchufe y
    la electricidad erró la patada.
    Era realmente flaco, para hacer sombra tenía que pasar dos veces por el mismo
    lugar.
    Pero mi problema no era ser tan flaco sino ser FEO.
    Mis padres tenían que atarme un trozo de carne al cuello para que el perro jugara conmigo.
    Sí amigos, yo soy FEO, tan FEO que una vez me atropelló un auto y quedé mejor.
    Cuando me secuestraron, los secuestradores mandaron un dedo mío a mis padres
    para pedir recompensa. Mi padre les contestó que quería más pruebas.
    Yo creo que no pagaron el rescate porque en casa éramos muy pobres, pero eso sí, a pesar de nuestra situación económica, somos muy honrados. Mi padre era tan honrado que un día encontró trabajo, y lo devolvió.
    Por eso tuve que trabajar desde chico. Trabajé en una tienda de animales y la gente no paraba de preguntarme cuánto costaba yo.
    Un día llamó una chica a mi casa diciéndome, "Ven a mi casa que no hay nadie", cuando llegué no había nadie.
    El psiquiatra me dijo un día que yo estaba loco. Yo le dije que quería escuchar una segunda opinión. De acuerdo, además de loco es usted muy feo, me dijo.
    Una vez cuando me iba a suicidar tirándome desde la azotea de un edificio de 50
    pisos, mandaron a un cura a darme unas palabras de aliento. Sus palabras fueron:
    ¡En sus marcas, listos!
    El último deseo de mi padre antes de morir era que me sentara en sus piernas. Lo habían condenado a la silla eléctrica.