Chistes de Ateo
Estos son los 8 chistes de ateo y más graciosos bromas sobre ateo que matan de risa. Lea chistes acerca ateo que sean buenos chistes para niños y amigos en español.
Chistes de ateo para niños y niñas cortos y graciosos
¿Cuál es un buen chiste sobre ateo para hacer reír a la gente? Mira esta lista de historias divertidas que seguramente harán sonreír a todos.
- Soy ateo gracias a Dios.
- -¿Por qué los funcionarios públicos son ateos?
-Porque no creen que después haya una vida mejor. - Iban unas monjitas de casa en casa, y en eso llegan a la casa de un ateo y le dicen:
¡Somos las hermanas de Cristo!
A lo que él le responde
¡Que conservadas están ustedes! - Se encuentran dos ateos y le dice uno al otro:
- Estuve el otro día en la biblioteca y me saqué un libro que se titula: la biblia.
- Y ¿de qué trata?
- Pues trata de un tal Jesucristo, que tenía un amigo que se llamaba Lázaro.
Un día se murió su colega, él estaba de viaje y le llamaron. Para cuando llegó ya llevaba tres días muerto. Así que abrió el sepulcro, le tomó el pulso, la respiración, le hizo masaje cardíaco, electroshock, llamó a una ambulancia, le llevaron a un hospital, le pusieron suero... y lo resucitó.
Y dice el otro:
- Pues no me lo creo!
- ¡No es broma! ¡Pues si te lo cuento como viene en el libro...! - Un ateo estaba paseando en un bosque, admirando toda la belleza de la naturaleza .
- Pero ¡qué árboles majestuosos! ¡Qué poderosos ríos! ¡Qué bellos animales! iba diciendo a medida que caminaba a lo largo del río.
Luego escucha un ruido en los arbustos detrás de él.
Se volteó para mirar.
Fue entonces que vio un enorme oso-pardo caminando en su misma dirección. Se largó a correr lo más rápido que pudo.
Miró por encima del hombro y vio que el oso estaba demasiado cerca. ¡Aumentó la velocidad!
Era tanto su miedo que los ojos se le llenaron de lágrimas.
Fue entonces que se tropezó y cayó desamparado. Rodó por el suelo. Rápidamente, intentó levantarse, pero
El oso ya estaba sobre él, procurando agarrarlo con su fuerte pata izquierda y con la otra pata, lo trataba de agredir ferozmente.
En ese preciso momento, el ateo exclamó: Oh, ¡Dios mío!
Entonces el tiempo paró. El oso se quedó sin reacción. El bosque se sumergió en total silencio.
Hasta el río paró de correr. A medida que una luz clara brillaba, una voz venía del cielo diciendo:
Tú negaste mi existencia durante todos estos años, enseñaste a otros que yo no existía, y redujiste la creación a un accidente cósmico.
¿Esperas que yo te ayude a salir de este apuro?
¿Debo esperar que tengas fé en mí?
El ateo miró directamente a la luz y le dijo:
Sería, de hecho muy hipócrita de mi parte, pedir que, de pronto, me pases a tratar como un creyente.
Más tal vez ¿pudieras convertir al oso y hacerlo cristiano?
Muy bien, dijo la voz. La luz desapareció. El río volvió a correr y los sonidos del bosque regresaron.
Entonces el oso recogió sus patas, las juntó en actitud de oración, hizo una pausa, bajó la cabeza y dijo:
Señor, bendice este alimento que ahora me voy a comer. Amén - habia dos putas en un barrio, y una p**... de digo a la otra, oye p**... de m**... sabias que cuando yo tenia 3 años era policia y la otra de digo nop, y le digo pero sabias que cuando yo usaba la pistola estaba una señora que era mi mama diciendome mira p**... de tu madre la madre que te pario bete de esta m**... ate que venga mi maricon a cojermeee ahhhhhhhhhhhhhhhhh
- Un ateo estaba paseando en un bosque, admirando toda la belleza de la naturaleza .
- Pero ¡qué árboles majestuosos! ¡Qué poderosos ríos! ¡Qué bellos animales! iba diciendo a medida que caminaba a lo largo del río.
Luego escucha un ruido en los arbustos detrás de él.
Se volteó para mirar.
Fue entonces que vio un enorme oso-pardo caminando en su misma dirección. Se largó a correr lo más rápido que pudo.
Miró por encima del hombro y vio que el oso estaba demasiado cerca. ¡Aumentó la velocidad!
Era tanto su miedo que los ojos se le llenaron de lágrimas.
Fue entonces que se tropezó y cayó desamparado. Rodó por el suelo. Rápidamente, intentó levantarse, pero
El oso ya estaba sobre él, procurando agarrarlo con su fuerte pata izquierda y con la otra pata, lo trataba de agredir ferozmente.
En ese preciso momento, el ateo exclamó: Oh, ¡Dios mío!
Entonces el tiempo paró. El oso se quedó sin reacción. El bosque se sumergió en total silencio.
Hasta el río paró de correr. A medida que una luz clara brillaba, una voz venía del cielo diciendo:
Tú negaste mi existencia durante todos estos años, enseñaste a otros que yo no existía, y redujiste la creación a un accidente cósmico.
¿Esperas que yo te ayude a salir de este apuro?
¿Debo esperar que tengas fé en mí?
El ateo miró directamente a la luz y le dijo:
Sería, de hecho muy hipócrita de mi parte, pedir que, de pronto, me pases a tratar como un creyente.
Más tal vez ¿pudieras convertir al oso y hacerlo cristiano?
Muy bien, dijo la voz. La luz desapareció. El río volvió a correr y los sonidos del bosque regresaron.
Entonces el oso recogió sus patas, las juntó en actitud de oración, hizo una pausa, bajó la cabeza y dijo:
Señor, bendice este alimento que ahora me voy a comer. Amén - Un ateo llega a la selva a una tribu de caníbales, y se encuentra con el jefe que lo ve con una biblia bajo el brazo, y le dice el ateo al jefe caníbal:
¿Usted lee la biblia?, ese libro ya pasó de moda, no creo que le informe de nada importante.
Y el jefe caníbal le responde:
Amigo, de gracias a Dios que soy cristiano y leo la biblia, porque en este momento ya usted estuviera en una olla.
Contar chistes de ateo es una parte importantísima de cualquier conversación o reunión social. Los chistes, llenos de humor y diversión, tienen la capacidad de liberar tensiones y crear un ambiente relajado y alegre. Pueden contarse en cualquier situación, siempre y cuando sea apropiado y no ofenda a nadie. Contar chistes puede ser especialmente efectivo para romper el hielo al inicio de un evento social, hacer reír a los demás en medio de una conversación o simplemente alegrar el día de alguien que puede necesitarlo. Sin embargo, es esencial recordar que el sentido del humor puede variar de una persona a otra, y lo que para uno puede ser gracioso, para otro puede no serlo.