Chistes de Oyendo
Estos son los 5 chistes de oyendo y más graciosos bromas sobre oyendo que matan de risa. Lea chistes acerca oyendo que sean buenos chistes para niños y amigos en español.
Chistes de oyendo para niños y niñas cortos y graciosos
¿Cuál es un buen chiste sobre oyendo para hacer reír a la gente? Mira esta lista de historias divertidas que seguramente harán sonreír a todos.
- Donald Trump defiende que los profesores deberían ir armados, lo cual es una aberración, teniendo en cuenta que de ser así sus profesores no hubiesen permitido que ahora mismo estemos oyendo sus opiniones sobre este tema.
- El padre habla en la misa:
- Si tienen fe se sanaran, si tienen fe se sanaran. Ponga su mano sobre su parte afectada y el milagro ocurrirá.
Una pareja de viejitos esta oyendo el sermón.
El viejo, disimuladamente baja la mano y la pone sobre su "paquete".
La viejita lo ve y le dice:
- Viejo, el dijo milagro, no resurrección - Era un día caluroso en México de esos en que no provoca salir de casa. Estaba Juan con mucho fastidio oyendo algo de música en la radio, cuando de pronto aparece Jaime y le saluda:
¿Qué onda mano?
A lo que Juan responde:
FM mano. - Están tres viejitos conversando alrededor de una mesa, en la casa del más viejo de ellos el cual tenía como 90 años, y que tenía muy mal humor. Entonces, los otros dos se ponen a conversar que tenían problemas de arteriosclerosis y muy mala memoria.
Compadre Luis, sabe que el otro día iba a la panadería y de repente aparecí en la farmacia, después me fui a la iglesia y aparecí en la parada del autobús.
Eso no es nada, yo iba al baño y aparecí en el cuarto orinando en la cama, iba a la sala y aparecía en el jardín.
En eso el más viejito, que los está oyendo, empieza a golpear la mesa y a decir:
De qué hablan ustedes viejos, están locos.
Y sigue golpeando la mesa mientras hablaba refunfuñando, y de pronto se para, los otros dos se le quedan mirando y le preguntan:
¿Adónde vas?
Y éste responde:
¡No ves que están tocando la puerta! - Entra un borrachito al velorio de un señor, se dirige al ataúd, observa al difunto y comienza a llorar con mucho sentimiento y a decir:
No somos nada, hip, no somos nada.
Y así siguió llorando y diciendo esta frase, cuando se le acercó una de las personas que también se encontraba en el velorio y le preguntó:
¿Tanto quería a su amigo señor, que le duele mucho su muerte?
El borrachito se vuelve y le contesta muy enojado:
Que acaso no está oyendo que no somos nada, ni familia, ni amigos y ni siquiera conocidos.