Chistes de Patroncito

Estos son los 4 chistes de patroncito y más graciosos bromas sobre patroncito que matan de risa. Lea chistes acerca patroncito que sean buenos chistes para niños y amigos en español.


Chistes de patroncito para niños y niñas cortos y graciosos

¿Cuál es un buen chiste sobre patroncito para hacer reír a la gente? Mira esta lista de historias divertidas que seguramente harán sonreír a todos.

  1. Resulta que el patrón de una quinta estaba harto de saber que le robaban maíz en su chaco, hasta que un día, divisa de lejos a su criado, con un costal repleto y le pregunta:
    ¿Qué llevas en ese saco?
    El criado responde:
    Pescao, patroncito.
    ¿Y para qué?
    El criado responde:
    ¡Para hacer tamales!
  2. Un hacendado se va por negocios a la ciudad por dos semanas, y deja todo al cuidado de su capataz.
    - Ya sabes, cuida bien todo, no vaya a pasar algo.
    - No se preocupe patrón, que nada va a suceder.
    - No sé, es que tú eres bien bruto.
    Dos semanas después vuelve el hacendado.
    - Y, Cholo, ¿Alguna novedad?
    - No patroncito, nada ha pasado.
    - ¿Estás seguro? Que tú eres medio bruto.
    - Bueno, ahora que lo dice, sí pasó algo, se murió su gato.
    - ¡Mi gato de angora! ¿Cómo que se murió mi gato?
    - Se murió de indigestión.
    - ¿Cómo que de indigestión? Si sólo comía atún y caviar.
    - Es que comió carne de caballo.
    - ¿Qué caballo?
    - Su caballo pues patrón, es que se murió y había que aprovechar la carne.
    - ¡Bruto! ¿Qué pasó con mi caballo de paseo?
    - Se murió del esfuerzo.
    - ¿Qué esfuerzo?
    - Pues de cargar agua.
    - ¡Agua! ¿Para qué?
    - Para apagar el incendio.
    - ¿Qué incendio?
    - El de su casa, pues.
    - ¿Mi casa de campo? ¡Qué le hiciste a mi casa!
    - Nada, se quemó por la vela.
    - ¿Qué vela?
    - La del velorio de su esposa.
    - ¡Mi esposa infeliz! ¿Qué le pasó?
    - Se murió de la impresión.
    - ¿Qué impresión?
    - ¡Sí! De la impresión de ver a sus hijos ahogarse.
    Y el hacendado le empieza a retar al capataz cuando éste suplicando dice:
    - ¡Ya no más! ¡Ya no más patroncito! De haber sabido que se iba a poner así, no le contaba lo del gato
  3. Estaba un señor en un palenque de gallos y llevó a su perico. Cuando empezaron las peleas de gallos, había un gallo que siempre ganaba sin una herida. El perico miraba que el gallo había ganado muchas veces, entonces le dice a su amo:
    Patroncito, patroncito, déjame pelear con este gallo para enseñarle que no sólo él puede.
    Y le dice su amo:
    ¿Estás loco? ¡Te va a matar!
    No, ahorita le voy a enseñar que también los pericos pueden, ándele no sea malo, déjeme ir.
    No, tu estás loco.
    No patroncito, ándele por favor.
    Bueno, está bien, pero que conste que te lo dije.
    Y los meten al palenque al perico y al gallo y le ponen la navaja y los sueltan en medio del palenque.
    Después de un rato regresa el perico cansado y gritando pues el gallo le había pegado un navajazo y regresa con su patrón y le dice:
    ¡Patroncito, patroncito, présteme su pistola este gallo trae machete!
  4. Un hacendado se va por negocios a la ciudad por dos semanas, y deja todo al cuidado de su capataz.
    Ya sabes, cuida bien todo, no vaya a pasar algo.
    No se preocupe patrón, que nada va a suceder.
    No sé, es que tú eres bien bruto.
    Dos semanas después vuelve el hacendado.
    Y, Cholo, ¿Alguna novedad?
    No patroncito, nada ha pasado.
    ¿Estás seguro? Que tú eres medio bruto.
    Bueno, ahora que lo dice, sí pasó algo, se murió su gato.
    ¡Mi gato de angora! ¿Cómo que se murió mi gato?
    Se murió de indigestión.
    ¿Cómo que de indigestión? Si sólo comía atún y caviar.
    Es que comió carne de caballo.
    ¿Qué caballo?
    Su caballo pues patrón, es que se murió y había que aprovechar la carne.
    ¡Bruto! ¿Qué pasó con mi caballo de paseo?
    Se murió del esfuerzo.
    ¿Qué esfuerzo?
    Pues de cargar agua.
    ¡Agua! ¿Para qué?
    Para apagar el incendio.
    ¿Qué incendio?
    El de su casa, pues.
    ¿Mi casa de campo? ¡Qué le hiciste a mi casa!
    Nada, se quemó por la vela.
    ¿Qué vela?
    La del velorio de su esposa.
    ¡Mi esposa infeliz! ¿Qué le pasó?
    Se murió de la impresión.
    ¿Qué impresión?
    ¡Sí! De la impresión de ver a sus hijos ahogarse.
    Y el hacendado le empieza a retar al capataz cuando éste suplicando dice:
    ¡Ya no más! ¡Ya no más patroncito! De haber sabido que se iba a poner así, no le contaba lo del gato.