Chistes de Tropezo Tropezo

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Chistes de tropezo tropezo para niños y niñas cortos y graciosos

¿Cuál es un buen chiste sobre tropezo tropezo para hacer reír a la gente? Mira esta lista de historias divertidas que seguramente harán sonreír a todos.

  1. El cien pies más contento que se ha visto iba caminando por el bosque. A lo lejos se vislumbraba una piedra en medio del camino y conforme el cien pies se iba acercando la piedra se veía más amenazadora. El cien pies no tuvo cuidado al andar y se tropezó, y se tropezó, y se tropezó y se tropezó...
  2. Un borracho que caminaba se tropezaba con todos los postes de la vereda y un transeúnte le dice:
    -Pero, ¿qué está haciendo?
    -¿Puede contar cuántos chichones tengo?
    -12 chichones.
    -Entonces me faltan 2 postes para llegar a mi casa.
  3. Era tan alto, tan alto que se tropezó en un pueblo y cayó en el siguiente.
  4. esto era un tio tan alto tan alto tan alto tan alto tan alto que se tropezo un lunes y se cayo un viernes
  5. Era un hombre tan alto, tan alto, tan alto, que se tropezó un lunes y se cayó el viernes.
  6. Me he tropezado con el presidente de la Sociedad Protectora de Animales y me ha tratado como un perro.
    ¿Como un perro?
    Sí, ha sido muy amable conmigo.
  7. Habían dos monedas caminando, y derrepente una se tropezó y se cayó de cara.
  8. Era un cien-pies caminando por el bosque donde había una ramita y entonces tropezó, y tropezó, y tropezó, y tropezó....
  9. habia un senor tan alto tan alto tan alto que se tropezo en jueves y cayo el domingo
  10. Un tipo tan, pero tan alto que se tropezó un lunes y cayó el domingo.
    Un tipo tan, pero tan tan tan que se volvió campana.
  11. Había un ciempiés caminando por el bosque, y de repente había una ramita y se tropezó, se tropezó, se tropezó, se tropezó, se tropezó...
  12. Había una vez un tipo tan torpe, que hasta tropezaba con su sombra.
  13. A ver, dice el juez, cuénteme su versión de los hechos.
    Sí, verá, estaba yo en la cocina cortando jamón, entonces justo entró mi mujer, y se tropezó, con tan mala suerte que justo se cayó sobre el cuchillo y se lo clavó en el pecho.
    Ya, claro, continúe.
    Pues eso, que se tropezó así hasta siete veces y como ve, fue un accidente.
  14. Un esclavo negro caminaba lastimosamente por el desierto. Estaba a punto de morir de sed y calor, cuando tropezó con una lámpara. La frotó, y de inmediato que aparece un genio, el cual le agradece que lo liberara y le pregunta:
    - Dime Amo, ¿cuáles son los tres deseos que me vas a pedir?
    El negro, considerando su situación actual, le pide:
    - Deseo ser blanco, tener mucha, mucha agua y ver todo el tiempo bellos culitos de mujer.
    - A la orden, Amo.
    Y el negro quedó convertido en retrete de mujeres
  15. Esta era una vez que Pepito estaba en la escuela, y la maestra dice:
    Voy a escoger tres personas que me digan una oración que tenga que ver con estatua.
    María, dígame una oración con estatua.
    Bueno maestra, pues yo fui al viejo San Juan y vi la estatua de Cristóbal Colón.
    La maestra dice:
    Muy bien, Juanita dígame usted.
    Bueno maestra, yo fui a los Estados Unidos y vi la estatua de la Libertad.
    Muy bien, Pepito dígame usted.
    Bueno maestra, yo fui a casa de mi abuela tropezó conmigo, se cayó y estatua jodida.
  16. Un ateo estaba paseando en un bosque, admirando toda la belleza de la naturaleza .
    - Pero ¡qué árboles majestuosos! ¡Qué poderosos ríos! ¡Qué bellos animales! iba diciendo a medida que caminaba a lo largo del río.
    Luego escucha un ruido en los arbustos detrás de él.
    Se volteó para mirar.
    Fue entonces que vio un enorme oso-pardo caminando en su misma dirección. Se largó a correr lo más rápido que pudo.
    Miró por encima del hombro y vio que el oso estaba demasiado cerca. ¡Aumentó la velocidad!
    Era tanto su miedo que los ojos se le llenaron de lágrimas.
    Fue entonces que se tropezó y cayó desamparado. Rodó por el suelo. Rápidamente, intentó levantarse, pero…
    El oso ya estaba sobre él, procurando agarrarlo con su fuerte pata izquierda y con la otra pata, lo trataba de agredir ferozmente.
    En ese preciso momento, el ateo exclamó: Oh, ¡Dios mío!
    Entonces el tiempo paró. El oso se quedó sin reacción. El bosque se sumergió en total silencio.
    Hasta el río paró de correr. A medida que una luz clara brillaba, una voz venía del cielo diciendo:
    – Tú negaste mi existencia durante todos estos años, enseñaste a otros que yo no existía, y redujiste la creación a un accidente cósmico.
    ¿Esperas que yo te ayude a salir de este apuro?
    ¿Debo esperar que tengas fé en mí?
    El ateo miró directamente a la luz y le dijo:
    – Sería, de hecho muy hipócrita de mi parte, pedir que, de pronto, me pases a tratar como un creyente.
    Más tal vez… ¿pudieras convertir al oso y hacerlo cristiano?
    – Muy bien, dijo la voz. La luz desapareció. El río volvió a correr y los sonidos del bosque regresaron.
    Entonces el oso recogió sus patas, las juntó en actitud de oración, hizo una pausa, bajó la cabeza y dijo:
    Señor, bendice este alimento que ahora me voy a comer. Amén
  17. Un ateo estaba paseando en un bosque, admirando toda la belleza de la naturaleza .
    - Pero ¡qué árboles majestuosos! ¡Qué poderosos ríos! ¡Qué bellos animales! iba diciendo a medida que caminaba a lo largo del río.
    Luego escucha un ruido en los arbustos detrás de él.
    Se volteó para mirar.
    Fue entonces que vio un enorme oso-pardo caminando en su misma dirección. Se largó a correr lo más rápido que pudo.
    Miró por encima del hombro y vio que el oso estaba demasiado cerca. ¡Aumentó la velocidad!
    Era tanto su miedo que los ojos se le llenaron de lágrimas.
    Fue entonces que se tropezó y cayó desamparado. Rodó por el suelo. Rápidamente, intentó levantarse, pero…
    El oso ya estaba sobre él, procurando agarrarlo con su fuerte pata izquierda y con la otra pata, lo trataba de agredir ferozmente.
    En ese preciso momento, el ateo exclamó: Oh, ¡Dios mío!
    Entonces el tiempo paró. El oso se quedó sin reacción. El bosque se sumergió en total silencio.
    Hasta el río paró de correr. A medida que una luz clara brillaba, una voz venía del cielo diciendo:
    – Tú negaste mi existencia durante todos estos años, enseñaste a otros que yo no existía, y redujiste la creación a un accidente cósmico.
    ¿Esperas que yo te ayude a salir de este apuro?
    ¿Debo esperar que tengas fé en mí?
    El ateo miró directamente a la luz y le dijo:
    – Sería, de hecho muy hipócrita de mi parte, pedir que, de pronto, me pases a tratar como un creyente.
    Más tal vez… ¿pudieras convertir al oso y hacerlo cristiano?
    – Muy bien, dijo la voz. La luz desapareció. El río volvió a correr y los sonidos del bosque regresaron.
    Entonces el oso recogió sus patas, las juntó en actitud de oración, hizo una pausa, bajó la cabeza y dijo:
    Señor, bendice este alimento que ahora me voy a comer. Amén
  18. La extraña muerte de mi tío Dos amigos se encuentran por la calle:
    - ¿Qué tal te va la vida?
    - Fatal, el otro día enterramos a mi tío.
    - ¡No me digas! ¿Cómo paso?
    - Pues nada, estaba en el balcón haciendo una barbacoa y de pronto se acercó demasiado al fuego y..
    - Ya, se quemó vivo, ¿no?
    - No, qué va. Del susto se echó hacia atrás y tropezó con la barandilla del balcón...
    - Sí, y se cayó por el balcón y se mato, ¿no?
    - No. Resulta que en la caída se pudo agarrar a la cornisa, pero se empezó a resbalar y...
    - Ya, se la dio contra el suelo, ¿no?
    - Qué va. Alguien llamó a los bomberos, que habían puesto debajo una lona, pero tuvo tan mala pata que rebotó y...
    - Por fin se la pegó, ¿no? (El amigo empieza a ponerse nervioso)
    - No, en el rebote se pudo coger a un cable de alta tensión...
    - ¡Se electrocutó!
    - No, como estaba haciendo la barbacoa llevaba guantes, pero el cable cedió y se rompió...
    - ¿Y por fin se la pegó?- No, los bomberos habían corrido la lona bajo él, pero aún rebotó, y antes de caer se pudo coger a una cornisa...
    -¿PERO ME QUIERES DECIR CÓMO MURIÓ TU TÍO?
    - Verás... al final los bomberos llamaron a la policía y tuvieron que abatirlo a tiros...



chistes de tropezo tropezo

Contar chistes de tropezo tropezo es una parte importantísima de cualquier conversación o reunión social. Los chistes, llenos de humor y diversión, tienen la capacidad de liberar tensiones y crear un ambiente relajado y alegre. Pueden contarse en cualquier situación, siempre y cuando sea apropiado y no ofenda a nadie. Contar chistes puede ser especialmente efectivo para romper el hielo al inicio de un evento social, hacer reír a los demás en medio de una conversación o simplemente alegrar el día de alguien que puede necesitarlo. Sin embargo, es esencial recordar que el sentido del humor puede variar de una persona a otra, y lo que para uno puede ser gracioso, para otro puede no serlo.