Chistes de Facultad

Estos son los 5 chistes de facultad y más graciosos bromas sobre facultad que matan de risa. Lea chistes acerca facultad que sean buenos chistes para niños y amigos en español.


Chistes de facultad para niños y niñas cortos y graciosos

¿Cuál es un buen chiste sobre facultad para hacer reír a la gente? Mira esta lista de historias divertidas que seguramente harán sonreír a todos.

  1. - ¿Qué hace un gallego corriendo alrededor de una facultad?
    - Una carrera universitaria...
  2. En la Facultad de Medicina el profesor de anatomía pregunta a un estudiante:
    ¿En qué lado se encuentra el hígado en el hombre?
    En la derecha, responde el alumno.
    ¿Y en la mujer?
    ¡Hummm! ¡A la izquierda!
    ¿Está usted seguro de que está a la izquierda?
    Quiero decir, rectifica el estudiante, entrando, a la izquierda.
  3. Examen de inglés Era el examen final de inglés en la facultad. Como muchos de los exámenes universitarios, su principal objetivo era eliminar a los nuevos estudiantes. El examen duraba dos horas y cada estudiante recibió su correspondiente hoja de examen con las preguntas.
    El profesor era muy recto y severo, catedrático a la antigua usanza, y le dijo a toda la clase que si el examen no estaba sobre su mesa después de dos horas exactamente, no se aceptaría, y el estudiante sería suspendido.
    Media hora después de empezar el examen, un estudiante entró por la puerta y le pidió una hoja de examen al profesor:
    - No va a tener tiempo usted para terminarlo, dijo el profesor al dársela.
    - Si que lo terminaré, contestó el estudiante.
    Se sentó y empezó a escribir. Después de dos horas, el profesor pidió los exámenes, y todos los estudiantes, en ordenada fila, los entregaron. Todos menos el que había llegado tarde, que continuó escribiendo como si nada pasase.
    Después de otra media hora, este último estudiante se acercó a la mesa donde se encontraba el profesor sentado leyendo un libro. En el instante en que intentó poner su examen encima del montón, dijo el profesor al alumno:
    - Ni lo intente. No puedo aceptar eso. Ha terminado tarde.
    El estudiante lo miró furioso e incrédulo.
    - ¿Sabe quién soy? -le preguntó-.
    - No, no tengo ni la menor idea -contestó el profesor en tono de voz sarcástico-.
    - ¿Sabe quién soy? -preguntó nuevamente el estudiante, apuntándose a su propio pecho con su dedo, y acercándose de manera intimidante-.
    - No, y no me importa en absoluto -contestó el profesor con un aire de superioridad-
    En ese momento, el estudiante cogió rápidamente su examen y lo metió en medio del montón, entre todos los demás.
    - ¡Eso es perfecto! -exclamó-.
    Y se marchó.
  4. Se acercaba la fecha para evaluación final de inglés en la facultad, como muchos de los exámenes universitarios, su principal objetivo era eliminar a los que no llegaban al promedio exigido.
    El examen duraba dos horas y cada estudiante recibió su correspondiente hoja de examen con las preguntas.
    El profesor era muy recto y severo, catedrático a la antigua usanza, y le dijo a toda la clase que si el examen no estaba sobre su mesa después de dos horas exactamente, no se aceptaría, y el estudiante sería suspendido.
    Media hora después de empezar el examen, un estudiante entró por la puerta y le pidió una hoja de examen al profesor:
    – No va a tener tiempo usted para terminarlo, dijo el profesor al dársela.
    – Sí que lo terminaré, contestó el estudiante. Se sentó y empezó a escribir.
    Después de dos horas, el profesor pidió los exámenes, y los estudiantes, en forma ordenada entregaron sus evaluaciones.
    Todos menos el que había llegado tarde, que continuó escribiendo como si nada pasase.
    Después de otra media hora, este último estudiante se acercó a la mesa donde se encontraba el profesor sentado leyendo un libro.
    En el instante en que intentó poner su examen encima del montón, dijo el profesor al alumno:
    – Ni lo intente. No puedo aceptar eso. Ha terminado tarde.
    El estudiante lo miró furioso e incrédulo.
    – ¿Sabe quién soy? -le preguntó-.
    – No, no tengo ni la menor idea -contestó el profesor en tono de voz sarcástico-.
    – ¿Sabe quién soy? -preguntó nuevamente el estudiante, apuntándose a su propio pecho con su dedo, y acercándose de manera intimidante-.
    – No, y no me importa en absoluto -contestó el profesor con un aire de superioridad
    En ese momento, el estudiante cogió rápidamente su examen y lo metió en medio del montón, entre todos los demás.
    – ¡Extraordinario! -exclamó-. Y se marchó
  5. NI p**......
    Un Sr. de 50 años sufrió un terrible accidente que le provocó,
    entre otras cosas, la pérdida de su ****.
    Cuándo visitó al urólogo, desanimado y errático,
    fue rápidamente reconfortado:
    "Tranquilo, ahora la ciencia combinada con la técnica,
    pueden solucionar cualquier problema".
    Le entregó un muestrario en el que había:
    Un **** pequeño a $15,000.00;
    Uno mediano a $35,000.00 y
    Uno grande a $60,000.00.
    El hombre desechó el pequeño y dudaba entre el mediano y el grande.
    Mientras pensaba, el facultativo le dijo que sería conveniente que lo consultara con su esposa.
    Le pareció un buen consejo y llamó a su esposa para explicarle las opciones.
    El médico, al regresar al consultorio, encontró al hombre mirando hacia el vacío con una mirada triste.
    "Y bien amigo, ¿que le dijo su esposa?"
    "Dice que, como casi no lo usamos... prefiere remodelar la cocina"