Chistes de Parroquiano
Estos son los 4 chistes de parroquiano y más graciosos bromas sobre parroquiano que matan de risa. Lea chistes acerca parroquiano que sean buenos chistes para niños y amigos en español.
Chistes de parroquiano para niños y niñas cortos y graciosos
¿Cuál es un buen chiste sobre parroquiano para hacer reír a la gente? Mira esta lista de historias divertidas que seguramente harán sonreír a todos.
- Un parroquiano pasa por el consultorio de su médico de cabecera, y al verlo afuera meciéndose en una mecedora, le entabla conversación:
Buenos días, doctor. ¿Y eso...?
No. ¡Yo aquí matando el tiempo...!
¿Y es que se le acabaron los pacientes...? - Llega un borracho a un bar y dice balbuceando:
-¡Felices fiestas!¡Feliz navidad y prospero año nuevo!-
Uno de los parroquianos le frena y le dice:
-Pero, hombre...¡si estamos en pleno mayo!-
-¿En mayo? Mi mujer me mata...¡Nunca había llegado tan tarde! - Después de un terremoto, estaba una viejita sentada en un ladrillo al frente de su casa caída. En eso pasa un parroquiano y le dice:
Señora, ¿se le cayó su casita?
Y ella le responde furiosa:
Mmmm, no, la desbaraté pa lavarla... - En una ocasión entró un vaquero a una cantina de un pueblo a tomarse un trago, y al llegar amarró su caballo en la puerta. Pero al salir el forastero de la cantina se percató que su caballo ya no estaba, muy enfadado el tipo regresó al salón y pateando la puerta y tirando las sillas amenazó:
Si no aparece mi caballo en 5 minutos voy a hacer aquí lo mismo que hice en San Francisco, y se dirigió a la barra por otro trago. A los 3 minutos volvió a salir y de nuevo no encontró su caballo, de nuevo entró al salón pateo la puerta y volvió a gritar:
Si en 2 minutos no aparece mi caballo, voy a hacer aquí lo mismo que hice en San Francisco, y se volvió a dirigir al cantinero por otro trago al minuto, nuevamente se dirigió a la puerta y el caballo ni luces y encolerizado tiró la puerta del salón y exclamó:
Se los advierto, si en un minuto no aparece mi caballo, voy a hacer aquí lo mismo que hice en San Francisco, y se dirigió nuevamente a la barra con el cantinero para otro trago. Finalmente al pasar el minuto, volvió a salir y por fin allí se encontraba el caballo tal y como lo había dejado. Ya satisfecho regresó al salón para pagarle al cantinero y luego se dirigió a su caballo, se monto y ya se iba a marchar cuando de pronto salió corriendo el cantinero con una cara de duda que para que les cuento, y le preguntó:
Disculpe señor, este, en nombre de todos los parroquianos de la cantina y mío, tenemos una dudota, este, ¿Qué fue lo que hizo en San Francisco?
A lo que el forastero contesta:
Pues, me fui a pie.