Chistes de Cuartel

Estos son los 14 chistes de cuartel y más graciosos bromas sobre cuartel que matan de risa. Lea chistes acerca cuartel que sean buenos chistes para niños y amigos en español.


Chistes de cuartel para niños y niñas cortos y graciosos

¿Cuál es un buen chiste sobre cuartel para hacer reír a la gente? Mira esta lista de historias divertidas que seguramente harán sonreír a todos.

  1. Estan dos soldados haciendo turno en la puerta del cuartel y derepente se encuentran una m**....
    Y le dice uno al otro:
    -Sera mejor que demos parte al coronel
    Y le contesta el otro:
    -No, mejor se la damos toda.
  2. Esto son dos leperos robando aceitunas y son sorprendidos por la Guardia Civil y les preguntan:
    - ¿Qué estáis haciendo?
    - Nada, robando aceitunas pa' la tienda del pueblo.
    - Pues vamos pal' cuartel.
    Entonces responde el lepero:
    - ¿Qué pasa? ¿Allí las pagan más caras?
  3. Clase de cultura general en el cuartel. El teniente pregunta: A ver, soldado, ¿qué pasaría si no tuviera orejas?
    - No podría ver, mi teniente.
    - He dicho orejas. ¿Qué pasaría si no las tuviera?
    - No podría ver -insiste.
    - ¿Por qué?
    - Porque se me bajaría el casco
  4. Terremoto En el cuartel de la Guardia Civil de Lepe recibieron
    un fax procedente del Instituto de Sismología:
    “Movimiento sísmico inminente en su zona, Tomen medidas de seguridad. Localice epicentro y envíen su posición para posterior estudio"
    Quince días más tarde llega este fax al Instituto Sismológico, procedente de Lepe:
    “Movimiento sísmico desarticulado. Epicentro y sus secuaces encarcelados. ¡No pudimos llamar antes porque había un terremoto de cuatro pares de
    narices!”
  5. En un cuartel, había un hombre llamado Armando el cual tenía la costumbre de decir diminutivos. Cierta vez el Sargento lo mandó a llamar:
    ¿Me mandó a llamar, mi sargentito?
    Sí Armando, quiero que le digas al subsargento que tendremos una reunión hoy por la tarde.
    Sí, mi Sargentito.
    Llega donde el subsargento y le dice:
    Dice mi Sargerntito que hoy por la tarde habrá una reunión y nos quiere a todos presente.
    Muchas gracias, Armando. Espero que se te vaya quitando eso de "tito".
    Sí mi subsargentito, será la ultima vez.
    A la hora de la reunión después de dar la charla todos comían, pero Armando no. Entonces, fue ahí cuando el sargento le preguntó con voz grave.
    Armando, ¿Por qué no comes?
    Y Armando respondió:
    Es que no tengo APETO.
  6. El eclipse El coronel al comandante:
    - Mañana a las 8:00 se producirá un eclipse de sol, hecho que no ocurre todos los días. Además, las previsiones meteorológicas para mañana anuncian lluvias, con lo que no se verá nada al aire libre. Por lo tanto formaremos en el gimnasio en traje de campaña.
    - ¡A la orden de usía mi coronel!
    El comandante al capitán:
    - Mañana a las 8:00 se producirá un eclipse de sol. Según el señor coronel si llueve no se verá nada al aire libre. Entonces, en traje de campaña, el eclipse tendrá lugar en el gimnasio, hecho que no ocurre todos los días.
    - ¡A sus órdenes mi comandante!
    El capitán al teniente:
    - Por orden del señor coronel, mañana a las 8:00 tendrá lugar en el gimnasio la inauguración del eclipse de sol en traje de campaña. El señor coronel dará las órdenes oportunas de si debe llover o no, hecho que no ocurre todos los días. Si hace buen tiempo y no llueve, el eclipse tendrá lugar en el patio.
    - ¡A sus órdenes mi capitán!
    El teniente al sargento:
    - Por orden del señor coronel mañana a las 8:00 lloverá en el patio del cuartel, hecho que no ocurre todos los días. El señor coronel, en traje de campaña, dará las órdenes en el gimnasio para que el eclipse de sol se celebre en el patio.
    - ¡A sus órdenes mi teniente!
    El sargento al cabo:
    - Por orden del señor coronel mañana a las 8:00 tendrá lugar el eclipse del señor coronel en traje de campaña por efecto del sol. Si llueve en el gimnasio, hecho que no ocurre todos los días, se saldrá al patio.
    - ¡Vale tito!
    El cabo al soldado:
    - Mañana a eso de las 8:00 parece ser que el sol en traje de campaña eclipsará al señor coronel en el gimnasio. ¡¡Lástima que esto no ocurra todos los días, c**...!!
  7. La Historia de un Feo.
    Voy a contarles mi historia, no es una historia de amor ni tiene un final
    feliz, pero es la única que tengo por haber nacido así, feo, muy feo.
    Cuando nací, el doctor fue a la sala de espera y le dijo a mi padre, "hicimos lo
    que pudimos, pero salió".
    Mi mamá no sabía si quedarse conmigo o con la placenta.
    Como era prematuro me metieron en una incubadora, con vidrios polarizados.
    Mi madre nunca me dio el pecho porque decía que sólo me quería como amigo. Así que en vez de darme el pecho, me daba la espalda.
    Es por eso que debo haber quedado petiso, tan petiso que en lugar de ser enano, soy profundo. De chico iba por los cuarteles para que me gritaran:
    ¡Alto! ¡Alto!
    Yo siempre fui muy peludo. A mi madre siempre le preguntaban:
    Señora, a su hijo, ¿Lo parió o lo tejió?
    Mi padre llevaba en su cartera la foto del niño que ya venía en la cartera
    cuando la compró.
    Una vez me perdí, le pregunté al policía si creía que íbamos a encontrar a mis
    padres y me contesto:
    No lo sé, hay un montón de lugares donde se pudieron haber escondido.
    Y para colmo era muy flaco, tan flaco que un día metí los dedos en el enchufe y
    la electricidad erró la patada.
    Era realmente flaco, para hacer sombra tenía que pasar dos veces por el mismo
    lugar.
    Pero mi problema no era ser tan flaco sino ser FEO.
    Mis padres tenían que atarme un trozo de carne al cuello para que el perro jugara conmigo.
    Sí amigos, yo soy FEO, tan FEO que una vez me atropelló un auto y quedé mejor.
    Cuando me secuestraron, los secuestradores mandaron un dedo mío a mis padres
    para pedir recompensa. Mi padre les contestó que quería más pruebas.
    Yo creo que no pagaron el rescate porque en casa éramos muy pobres, pero eso sí, a pesar de nuestra situación económica, somos muy honrados. Mi padre era tan honrado que un día encontró trabajo, y lo devolvió.
    Por eso tuve que trabajar desde chico. Trabajé en una tienda de animales y la gente no paraba de preguntarme cuánto costaba yo.
    Un día llamó una chica a mi casa diciéndome, "Ven a mi casa que no hay nadie", cuando llegué no había nadie.
    El psiquiatra me dijo un día que yo estaba loco. Yo le dije que quería escuchar una segunda opinión. De acuerdo, además de loco es usted muy feo, me dijo.
    Una vez cuando me iba a suicidar tirándome desde la azotea de un edificio de 50
    pisos, mandaron a un cura a darme unas palabras de aliento. Sus palabras fueron:
    ¡En sus marcas, listos!
    El último deseo de mi padre antes de morir era que me sentara en sus piernas. Lo habían condenado a la silla eléctrica.
  8. En un cuartel de la policía, coinciden tres hombres delante de un polígrafo, uno gallego, otro valenciano y otro andaluz... El valenciano dice:
    -Pienso que los valencianos hacemos la paella más rica del mundo... y el polígrafo dice que miente... El andaluz dice:
    -Yo pienso que los andaluces somos los mejores bailarines del mundo... y el polígrafo dice que miente... Pasado un rato va el gallego y dice:
    -Yo pienso... y antes de que acabara la frase se escucha: El polígrafo dice que miente...
  9. Un cowboy mira a lo lejos y ve que se les acercan unos indios muy amenazadores. Enseguida entra en el cuartel y avisa al jefe:
    - ¡Capitán, capitán, nos atacan los indios!
    - ¿Como los ves?
    - Muy, muy pequeños.
    - Vale, aún están lejos, esperad.
    Al cabo de un rato el cowboy vuelve a ver a los indios y entra en el cuartel para avisar:
    - ¡Capitán, capitán, que nos atacan los indios!
    - ¿Como los ves?
    - Aún los veo pequeños, pero no tanto...
    - Bueno, aún tenemos tiempo...
    Al cabo de diez minutos el cowboy vuelve a vigilar los indios y entra de nuevo en e cuartel.
    - ¡Capitán, capitán, que nos atacan los indios!
    - ¿Como los ves ahora?
    - Hombre, ahora ya más grandes...
    - Bueno, pues venga, preparad las escopetas, metralletas y toda arma que tengáis a mano.
    Al oírlo el cowboy se asusta y le dice al jefe:
    - No lo haga, hombre, si los conocí desde muy pequeños...
  10. En un cuartel de la milicia, había un soldado razo que era muy buena gente, ayudaba a todo el mundo en sus tareas, tenía muy buen sentido del humor, era muy colaborador, y además era muy estudioso, lo cierto es que al hombre todo el mundo lo quería. Un día mandan un telegrama al cuartel donde dice que la mamá de éste soldado había muerto, pero nadie quería decirle tan mala noticia, el capitán que es quién recibe los mensajes manda al comandante y le dice:
    Comandante, tiene la dura tarea de decirle a Gonzáles que su mamá murió.
    Y el comandante sale todo afligido y le dice a otro y ese otro le dice a otro y así hasta que se encuentran con un cabo que era más malo que el odio, que dice:
    Dame acá, yo soy quien se lo va decir, quiero a todos los razos aquí en fila, y los razos se colocan, que den un paso adelante los que tengan a su mamá viva.
    ¿Para dónde vas tu Gonzáles?
  11. Un hombre ya maduro contrató una secretaria. Era una mujer joven, ingeniosa, gentil y, sobre todo, muy hermosa.
    Un día, mientras tomaba dictado, notó que su jefe tenía la bragueta abierta.
    Terminó el dictado y se dispuso a salir de la oficina cuando, antes de cerrar la puerta, dijo:
    - Por cierto, señor, la puerta de su cuartel está abierta.
    El hombre no entendió el comentario; no obstante, al poco rato se dio cuenta de que el cierre de sus pantalones estaba abajo.
    Al hombre le hizo gracia la manera en la que su secretaria se había referido al pequeño incidente y decidió aprovechar la oportunidad para coquetear un poco, por lo que la llamó a su oficina:
    - Dígame, señorita, cuando vio que la puerta de mi cuartel estaba abierta, ¿por casualidad no vio también a un soldado en posición de firme?
    - ¡Oh, no, señor! Lo único que vi fue un veterano de guerra sin fuerzas echado entre dos viejas mochilas de campaña
  12. Un soldado mariquita se pasea por el cuartel, y es visto por un sargento que le ordena subir a la torre para comprobar si alguien se acerca. Al rato, el mariquita comienza a chillar desesperado:
    - ¡Sargento! ¡Viene el enemigo!
    - Siga mirando y dígame en qué plan vienen.
    - ¡Deben venir en plan de ligarnos, porque vienen todos uniformados, con el armamento muy limpio, y tan guapos...!
  13. Reúnen a todos los soldados en el patio del cuartel y forman una línea, y el sargento dice:
    El que tenga una navaja, dé un paso al frente.
    Y un soldado dijo:
    Yo tengo una, mi sargento.
    Y el sargento dice:
    Okay, usted se va a Hawaii por una semana, y todos los gastos pagados.
    Al siguiente día, el sargento vuelve a preguntar:
    El que tenga una navaja, dé un paso al frente.
    Y todos dan un paso al frente y el sargento les dice:
    ¡Okay, hoy, todos a pelar papas!
  14. Están en un cuartel militar y pregunta el general:
    ¿Qué es esto?

    Los soldados responden:
    ¡Una metralleta mi general!
    Y se oye a lo lejos:
    ¡Una metratella!
    El general pregunta:
    ¿Quién ha dicho eso?
    He sido yo, dice Bryan.
    El general manda al cabo primero a enseñarle a decir metralleta.
    Dice el cabo primero:
    Metralleta.
    Y reponde el soldado:
    Metratella.
    No soldado, es metralleta.
    Sí señor, metratella.
    Que no soldado, es metralleta.
    Sí señor, metratella.
    A las dos horas llegan al cuartel y dice el cabo primero al general:
    Mi general ya le he enseñado a decir metratella.



chistes de cuartel

Contar chistes de cuartel es una parte importantísima de cualquier conversación o reunión social. Los chistes, llenos de humor y diversión, tienen la capacidad de liberar tensiones y crear un ambiente relajado y alegre. Pueden contarse en cualquier situación, siempre y cuando sea apropiado y no ofenda a nadie. Contar chistes puede ser especialmente efectivo para romper el hielo al inicio de un evento social, hacer reír a los demás en medio de una conversación o simplemente alegrar el día de alguien que puede necesitarlo. Sin embargo, es esencial recordar que el sentido del humor puede variar de una persona a otra, y lo que para uno puede ser gracioso, para otro puede no serlo.